Lo sé, lo sé. Estabas convecid@ de que iba a empezar por él, y es que es imposible relegarlo a un segundo puesto. Satán es así, protagonista de todo aunque sea el mero -¿he dicho yo eso?- narrador. Cuenta la leyenda que si no le haces caso acabará llevándose tu alma, aunque al parecer también se la llevará si le prestaas atención. ¿Entonces? Pues que llevamos siempre las de perder con él, así que mejor pasar un buen rato a su lado que ponernos en contra de Lucifer. Quizá, y solo quizá, nos haga pasar un buen rato.
Pues sí, Satán es el narrador omnipresente y omnipotente de esta historia, que comienza cuando decide hacer limpieza en el infierno, es él. MUA. Lo han llamado de mil formas, dependiendo de la cultura en la que se le envuelva. Aquí, es el diablo o Satán, aunque él se define a sí mismo como le da la real gana. ¿Y por qué? Pues porque él puede hacer lo que quiera, tratar a los humanos como desee y satisfacer todos y cada uno de sus caprichos.
Convencerlo para que narrara esta historia fue complicado, pero ya se aabe que de vez en cuando hay que hacer pactos con el diablo, y yo hace tiempo que decidí que el cielo tiene que ser un lugar muy aburrido, así que para contrarrestar el frío que voy a pasar en invierno en Madrid me espera una jubilación más o menos larga en el infierno. Si Satán quiere, claro, que aún no me ha dicho lo que desea hacer después con mi alma. Yo me dejo. Estoy segura de que tiene grandes planes para ella.
Pues eso, que Satán es íntimo amigo de Ángel, y conoce a Jovanka porque él… ¡lo sabe todo! ¿Tengo que contarte más de él? Pues que está como un tren, aunque si quiere puede ponerse el cuerpo más decrépito del universo y conseguiría que siguieras deseándolo a raudales. Porque tiene un morbazo de los no se escapa fácilmente. Y el diablo… siempre gana.
¿Quieres que te cuente una historia?
Pues ponte cómod@ y estate atent@… que no le gusta repetir las cosas.
Te presento al diablo. MUA. Todo un personaje.