No se lo digas a nadie…
Estoy follando con él. Ahora, mientras me imagino escribiéndote esa carta que nunca te llegará… ahora te lo digo. Te estoy engañando con otro. Con él, con de siempre.
Vale, no solo te engaño. Disfruto como una perra engañándote con él. Ese amante que me tiene consumida el alma es el que me hace levantarme por las mañanas, y el que me lleva caliente a la cama. Eso es más aun que ser adultera. Soy una maldita zorra, porque me encanta que me folle, y me encanta contártelo ahora.
Tu ausencia me ha afectado, no puedo negarlo. Y él me llena el coño como nadie. Me deja bien follada, me hace sentir como nunca, inundada y plena. Bien jodida, sí. Y satisfecha. Siento que te enteres de esta forma, y más estar pensando en informante mientras me perfora con su inmensa verga. Pero si no lo hago ahora puede que mañana me arrepienta, y al final no llegue a contártelo nunca. Y es que creo que tienes derecho a saberlo, aunque ahora al enterarte te duela… o tal vez, solo por ser mala e imaginar lo impensable, se te levante la polla al pensarme ensartada por verga ajena.
Me folla todas las noches desde que te fuiste, y me corro como una salvaje con su boca.
Ahora está aquí, encima de mí, destrozándome las entrañas con sus embestidas, bombeando con su polla tiesa hasta lo más profundo de mi ser como si al separarse fuera a morirse. Y se correrá ahí, donde antes tú lo hacías, donde antes disfrutabas de saberte dueño de lo que tocabas. Fuiste el único explorador de mis carnes hasta que mi cama se quedó helada con tu partida, pero necesité calentarla y dejarme investigar por otro cuerpo. Mi amante descubrió mis secretos, esos que tú nunca buscaste, y me perdí consumida entre los deseos que viajaban desde sus dedos a su boca.
Lo siento… No puedo evitarlo. Al final sí que va a ser verdad que soy una puta. Mis piernas levantadas hasta sus hombros, mis rodillas flexionadas a ambos lados de mi torso… Se hunde en mí, me clava contra la cama. Me mata de gusto, créelo, me mata.
Y me encanta sentirlo ahí… No lo digo por hacerte daño, trato ahora de ser sincera después de tanto tiempo. El contártelo en este momento sé que no arregla nada, pero al menos da tranquilidad a mi coño, y tal vez a mi alma. A ti te destroza, puede, pero en estos días he decidido ser egoísta, y si alguien cubre las necesidades de mi carne creo que es justo que lo disfrute en tu ausencia. Lo de informarte, aparte de ser la fantasía que me estrangula la mente mientras él me cubre de gozo, es únicamente una maldad concebida para obtener el mayor de mis orgasmos.
Porque soy mala…
Su sexo no puede ser comparado nunca con nada de lo que me diste. Él no me ofrece seguridad ni estabilidad… Sólo me brinda lujuria, morbo y obsceno abandono. Ahora quiere cambiar de posición, me ha puesto a cuatro patas. ¡Y Dios!, su polla me perfora ahora el culo en esta postura malvada. La siento llegar al fondo, su vientre contra mis nalgas golpea ahora sin freno… ¡Y que no frene! Por favor… que ahora no pare, que todavía no he terminado de escribirte esta carta…
Sé que puede que vuelvas… ¡Joder, como me gusta su polla! Perdona, me distraigo ya con nada. Pero es que me lo hace de forma tan salvaje que no consigo centrarme en estas palabras… Ya veré lo que hago cuando al llegar la metas donde él ahora me folla. Tal vez merezca la pena compartir mis agujeros con los dos… Al mismo tiempo no, tranquilo, no te preocupes… Sé que nunca te gustaron los tríos. Eso se lo propondré a él, que ya sabes que experimentar me encanta. Y parece imposible que mi amante perverso me niegue nada.
¡Joder, me corro! ¡Joder, qué bueno! Te dejo, amor mío, espero que no estés demasiado disgustado. Mi cuerpo me pedía a gritos hacerlo… follar con él, e informarte de ello. Y te dejo, porque creo, que no te gustaría sentir lo jodidamente bueno que me está resultando que me perfore el culo, ahora que está a punto de correrse también, y de manchar las sábanas de nuestra cama, nuestras sábanas de fino hilo…