Hoy me siento débil, perdida, confusa. Hoy mi cuerpo no es el mío. Desmadejado, dolorido y resentido…
Imagino el tuyo, impotente ante mi recuerdo; mi alma te ha hecho daño… por suerte mi cuerpo no la ha seguido.
Sufro porque conozco el sabor de tu piel y lo anhelo. Porque perdí tus gemidos sobre mi cuello, tus manos en mis caderas, tu carne en mi sexo.
Pido el perdón, expiar mis errores y encomendar mi mal hacer a tus deseos malditos. Que me perdonen tus manos sobre mis pechos, tu lengua sobre mi areola, tus ojos sobre mis dedos aferrados a esa parte de tu ser que me da la vida y puede quitármela.
Y si tu boca me lo permite, mi dueño… de tu carne dura beberé el perdón de mis pecados…