Mirarte mientras te ligabas a otra… Decepcionante.
Infiel. No hay otra palabra que te describa tanto. Infiel, infiel mil veces. Que deseabas a otras ya lo imaginaba, pero verte acariciar su piel tersa mientras le susurrabas vete tú a saber qué cosas para mí fue demasiado. Verte empalmar, saberte excitado, sentirte vibrar con su tacto… Te odié tanto…
No mereces que llore por ti, al igual que no buscaré más tus caricias. Al hombre que simplemente no sabe apreciar la diferencia entre cualquiera de las que elegiste y mi persona no le entregaré ni una lágrima ni un pensamiento más. Puedes largarte de mi memoria, buscar cobijo en otro vientre y derramarte en el cuerpo que quieras. A partir de ahora… soy libre. Siénteme así, inaccesible.
Por más que se me desgarró el alma, miré. Por más que sentí arcadas, te vi desnudarla. Por más que se derramaron mis lágrimas, aguanté cada palmada y cada beso, cada mordisco y cada gemido. Y lo interioricé, como si fuera mío. No, no te equivoques. No me excité al observarte hacerlo. Pero fui capaz de sentir lo que ella sentía, para odiarte ahora con más ganas. No pretendo sino recordarlo tan vivamente como lo recordará ella, para saber siempre lo que me apartó de tu vera.
¿Un juego, dices? ¿Crees que puedo considerar un juego el hecho de que desees a otras? ¿Piensas, acaso, que se puede querer, cuando me mirabas directamente mientras la inclinabas frente a ti? Ese momento en el que, aferrando sus cabellos, la guiaste hasta tu polla, y sacándola tú con la otra mano, le ordenaste que te la chupara… horrible momento
Ese momento en el que la escuché chuparte la verga no se me irá jamás de la memoria. Ni verte menear las caderas contra su boca, ni tu cara de lujuria, demostrando lo que te gustaba el trato que te estaban dando con la lengua. Y tus gemidos… Los recuerdo tan vivamente como si te tuviera a mi lado, regodeándote en ellos, hablándome dese la espalda contra mi oído, calentándome la oreja con el aliento como me calentaron entonces la entrepierna.
Mentí… Sí me excité.
Pues juega con ella, que conmigo no vas a volver a hacerlo. Al empotrar tu verga en su garganta perdiste toda oportunidad de volver a hacerlo en mi boca. Al levantarle la falda se disipó toda posibilidad de tener mis piernas separadas para ti. Querías que te viera hacerlo, que te deseara, que me quisiera cambiar por ella.
Sí, mentiría si te dijera que no me excité. Pero dolió tanto…
Por mí, dijiste. Te la follaste para mí, para que abriera los ojos a un mundo de posibilidades.
Y luego hasta los cojones… dentro. Muy dentro…
Sí. Hasta los cojones de ti. Que te aguante otra.
Muchas pollas, nuevas fantasías. Pero, mi vida… ninguna es la tuya.
Magela Gracia
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