La transparencia de tu piel invita a cubrirla de besos. No besos salvajes, de esos que siempre me han gustado, sino de caricias con los labios, suspiros con el aliento exhalado, que se tornan ternura y te erizan con el avance de la boca.
Delicada, como nunca he sido con un hombre.
Tu piel necesita mis atenciones, y yo me muero por ofrecerlas. Tal vez no sean bien recibidas ahora, que conoces mi sexo rudo y agitado. Pero es lo que quiero regalarte en esta noche, tranquila y mágica. Has hecho un pequeño milagro aflorando en mí este sentimiento, y no sería justo no compartir contigo la dicha del descubrimiento.
¿Sabes? Hacía tiempo que no podía ofertar este estado mío, sumiso y adorable. No me salía, por más que me esforzara. No deseaba caricias, ni tampoco darlas. El hecho de retozar sobre las sábanas, con los miembros entrelazados, y la piel sudorosa y cubierta de atenciones, es nuevo para mí. ¿Cuánto tiempo? Puede que nunca lo hubiera hecho, puede que siempre haya estado esperando esta noche, este instante…
Puede que siempre haya estado anhelando tu cuerpo abrazado al mío.
No creí poder encontrarte a estas alturas, cuando ya mi piel ha sido tantas veces probada por tantas manos distintas. Poco importa si mañana por la mañana no estás en ese lado de la cama donde creo que dormirás, plácidamente, tras haber sudado por el calor del chocar de nuestros cuerpos, acompasados. No quiero mentirte, tampoco… Ciertamente me sorprendería que no estuvieras, pero no lloraré por ello. Lo que me has ofrecido lo recibo como un tesoro, y si no se repite… Bueno, si no se repite, siempre puedo recordarlo. Que se vaya tu cuerpo no hará que se aleje tu tacto de mis adormecidos sentidos.
No podré olvidar que quise abrazarte y dormir enroscada a tu lado.
Imposible ignorar un deseo inexplicable.
Quiero usar, al menos por unas horas, tu brazo como almohada. No me quejaré luego si no tienes nada más que ofrecerme. Calentarme con tu cuerpo, cubrirme con tu piel, enredar mis sueños a los tuyos… Quiero esto sólo una noche. Las caricias de las yemas de tus dedos recorriendo la curva de mi cintura, y anidando en el hueco del cuello, donde poder sentir la leve presión… las necesito ahora. Poco importa si fui antes puta o señora, niña o vieja. No mires como he sido hace unas horas, mira el cuerpo que se te ofrece ahora.
Ahora estoy temblando, a tu lado…
Tras el orgasmo obtenido, el cansancio en los miembros y la sequedad de la garganta, ha quedado un cabello revuelto que ya no pide ser sujetado con fuerza, sino acariciado y apartado con ternura de delante de los ojos. Porque mis pupilas necesitan fijarse en las tuyas, mientras nos adormece el sueño.
Mis nalgas, sonrosadas tras el sexo rudo en el que nos sumergimos antes, se acoplan ahora al hueco de tu pelvis, donde el miembro que tan duramente castigó mi entrepierna, se encuentra rendido y laxo, obtenido su merecido descanso. Entre mis muslos se seca mi humedad y la tuya, mezclando olores y sabores que hasta hace nada lamías con deleite. Y mi espalda se pega a tu pecho agitado, que arañé y aferré mientras me recorría el primer orgasmo… El primero de muchos, pero el más intenso de todos.
Mis uñas te dejaron marcado. Y luego mi lengua recorrió las heridas, pidiendo perdón por la ofensa…
Enreda tus dedos entre los míos bajo la cabeza, y suspira acomodando tu respiración a la mía. Mezcla tu olor y regálame tu lengua, que quiero probarla una vez más antes de que amanezca. Pues nunca antes había muerto por un puñetero beso en la cama…
Y si mañana no te encuentro… Bueno. Puede que al final mis ojos sí lloren algo si por la mañana en la cama falta tu cuerpo.
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Magela Gracia
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Un Sueño imposible….. taL vez….??
o una Utopía Erótica….??
a veces la imaginación tiene su precio….
Muy bien relatado,un simposio de ensueño.-
Néstor