Excitantes imprudencias

Acercarme a ti estando aun con el sudor pegado a la piel, las mejillas coloradas por el ejercicio, el cabello alborotado… La camiseta naranja empapada en sudor, pegada a mis pechos, con los pezones erectos por el frío de la noche… ¿Me quieres besar? ¿No te importa que te vean los compañeros del gimnasio? ¿Te arriesgarías a un divorcio de esos en los que pierdes prácticamente todo lo que tienes, para que sea yo quien te mantenga? Tienes que follar muy bien para eso, y todavía no le he cogido el gusto… cosa de la poca costumbre…

Pero me acerco más, y puedes imaginar el sabor salado que tendrá mi piel después de tanto bote. Si a ti no te importa besarme… menos me va a importar a mí. ¿Y qué importa si nos miran? Así aprenden algo.

Te agarro de la camiseta negra por la zona del cuello y te obligo a que te agaches, (recuerda que sin tacones soy muy bajita.) Te dejo solo unos segundos cerca de mis labios para que notes el calor que desprendo. Y te beso… tan profundamente, con tanta hambre… Mi lengua te recorre por entero los labios, carnosos y suaves. ¡Qué ganas tenía de besarlos! Y se introduce en tu boca caliente, buscando la respuesta de la tuya… Y la encuentra.

Te acaricio la espalda, bajo hasta la tela de tu pantalón vaquero y enmarco tus nalgas con las yemas de los dedos, redondeadas y prietas tras el ejercicio. Y te arrimo a mí. Tú me respondes sin tapujos, haciendo lo mismo. La lycra se marca sobre mi trasero dolorido por el ejercicio en la bicicleta pero tú lo alivias con tus caricias. Y me subes a tu cintura. Me sujeto a tus caderas con las piernas, notando en mi pelvis la dureza de tu polla. Caminas hacia la puerta del vestuario masculino, llevándome agarrada sin dejar de besarme, recorriéndome el cuello y mordisqueándome el osito que llevo prendido del lóbulo de la oreja. Abres la puerta del vestuario y me introduces en la habitación neblinosa, llena de tíos semidesnudos que te miran con cara de asombro cuando apareces conmigo en carga. Y envidiosos, muy envidiosos de lo que estás a punto de hacer. Justo antes de llevarme a un lado ya me has quitado la camiseta, dejándola caer sobre el suelo mojado de las duchas Tienes que dejarme un momento en el suelo para quitarme el panty, y vuelves a cogerme y me apoyas contra la pared, accionando a mi espalda el chorro de agua templada que cae sobre nuestras cabezas. Tú ya no tienes pantalón vaquero, y la camiseta está completamente empapada marcando tu torso endurecido por las mancuernas…  Y no te importa que haya todavía un par de ojos mirándonos con asombro desde el otro lado de la habitación, estás tan cachondo que cuando me penetras, arrancándome de un seco tirón el tanga de encaje blanco, solo estás pensando en lo bueno que será correrte mientras escuchas mis gemidos resonando en tu cuello, con mis uñas aferradas a tu espalda y el agua resbalando por mis tetas, aprisionadas entre las palmas de tus manos… Correrte mientras el agua moja tu pantalón, mientras tus piernas mantienen mi peso y tus caderas presionan fuertemente contra mi pelvis expuesta a tu voluntad. Y correrme yo, fundirme contigo, con el ardor de tu piel y la mía, disfrutando de la sensación plena de sentirme deseada hasta el punto de exponer nuestras vidas al escarnio público…

¡Como me gusta que nos miren!

 
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Magela Gracia

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