Atada. Bien atada… No es un decir, has tardado en hacerlo, doy fe de que hoy te has superado.
Desnuda y atada… Hoy no estoy colgada. Mis manos unidas por las muñecas se unen a los tobillos por una barra que has clavado al suelo. Mi cadera pasa y se apoya por encima de otra barra, para evitar que mi culo pueda agacharse. La cabeza, sujetas por algún tipo de lazo desde el bocado, se mantiene tiesa y con el cuello estirado para el deleite de alguna de tus perversiones. Y me la siento unida a las caderas; si bajo un poco, mi culo se eleva y se ofrece mi coño aun más, si bajo el culo, agotada, la cabeza se levanta preparada para recibir tus embestidas allí donde ahora no puedo ni tragar saliva.
Al menos lo que rodea mi cuerpo sí sé que es cuerda. Áspera, ruda, fuerte, cortante. ¿El único sitio donde no hay soga? Mi cuello…
También se marcaba en mis muslos, mi cintura, anudando mis nalgas y encuadrándolas como un marco, ofreciéndolas para ser azotadas sin piedad. ¿Qué más sentía? Ansiedad… Y miedo.
Te conozco… Sé que estás ahí, mirándome con un dildo en la mano… Sé que tienes la polla dura, sé que te estás masturbando… huelo tu polla en la distancia, la conozco bien. Me la has dado a probar tantas veces que sería imposible no hacerlo… Es más, escucho tu mano deslizarse sobre ella, con saña, seguramente con saliva de lubricante, bien empapada.
Tus pasos hasta mi culo… eso sí los siento. Se paran junto a mí, siento tu calor quemarme la piel allá abajo. Sudor rancio, semen en el suelo. ¿Tal vez orina?
Y el dildo frío roza el borde de mi ano, rodeándolo con descaro, señalando su destino. Baja a mi raja y empapas la punta en ella; mi flujo se prende de la silicona y la arrastras sin levantarlo hasta el pequeño agujero, tantas veces mancillado por tus juegos. Sé que no me vas a avisar… Al menos ha sido un detalle que lo lubricaras antes, pienso, justo en el momento que siento como la presión me lo revienta y se introduce con sus formas caprichosas hasta los dedos tiesos, donde hace tope. Jadeo de sorpresa, y al mío se une tu jadeo…
Tu mano firme lo mueve con destreza, presionando paredes, dilatando zonas, castigando resistencias. Gimo y me retuerzo lo poco que me permite la soga. El paño empapado en semen amortigua mis quejidos y mis ruegos.
– ¿Quieres polla?- me dices.
Tu verga me empala con saña al instante. La siento completamente dura y caliente en mis entrañas, golpeando sin ritmo pero con fuerza mientras una mano me trabaja el culo y otra aferra una nalga con dedos en garra. Tu polla me destroza el alma con sus embestidas, y mis jadeos se quedan en nada por la tela empapada en saliva y leche. El golpear constantes de tus pelotas contra mi coño relaja mi resistencia, pero los movimientos me castigan el cuello ya que está unido ahora a tus caderas, a tus deseos. Y si pudiera te diría que me dieras más fuerte.
La sorpresa me asalta al sentir pasos a mi lado mientras sigo siendo penetrada. ¡Qué coño! Todavía no he razonado cuando me han quitado la mordaza y una polla conocida se introduce hasta mi garganta.
Y yo como, claro que como, que para eso soy tu guarra…
-¡Joder! Traga, nena, traga…
Aun dura la sacas, para golpearme con ella la cara. Y mientras en mi coño siento otra descarga, y los gemidos del desconocido se confunden con los crujidos de la madera a la que me atas, sale el dildo de mi culo y lo estampas contra mis labios entreabiertos. Semen que no conozco untado, mi olor unido al plástico…
Magela Gracia
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Es mi polla la que chupas y mis ojos los que se deleitan viendo como es otro el que te folla como a la perra en celo que eres.
¡Exhíbete, zorra!, y harás feliz a este TU Voyeur.
La damita juega duro, y eso me gusta, siento como te acercas al limite, a mi terreno de juego, el cuajaron en el teclado da fe de ello.gracias por estar