¿Sexo oral? ¿Sólo?
Sí… sólo sexo oral… Pero no es poco.
¿Cómo pensar que algo tan perfecto puede ser considerado escaso, o necesitar un complemento? ¿Cómo mejorar el éxtasis de las partes corporales, destinadas a encontrarse una y mil veces, sea donde sea, por el mero placer de la unión carnal?
No es únicamente follarme la boca…
No se puede mejorar. No es sólo sexo oral.
Es…
Decir sólo es como si no fuera suficiente sentir la boca vacía cuando no estás enterrado en ella. Pura necesidad. No está completa si no te encuentras dentro de ella, jugando con el espacio, disfrutando de los recovecos, embriagado por la esencia del deseo transformado en saliva… Cuidados que mi boca siempre está necesitada de entregar, y tu verga de recibir.
Decir sólo es no apreciar en la punta de la lengua el ansia de unirla a la piel que se ofrece en tu endurecida verga. Decir sólo es restarle intensidad a un deseo que se comparte de forma sublime. Tu polla latiendo, ardiente, a la que le falta la caricia de una lengua que se desvive por atenderla, por morir enredada en su sabor a sexo.
La piel brilla sobre el capullo y se derrama en ella la primera gota del éxtasis, casi únicamente con el aire respirado que exhalo de la boca. Tiembla antes del momento de fundirse con la humedad deliciosamente entregada, al envolver el regalo que tu virilidad me ofrenda. Deseo en estado puro, deleite para el paladar.
Observo tu polla; jugoso juguete para mis labios, ese que me golpea suavemente la barbilla, y dibuja el contorno de mi cara con los trazos que le indica tu mano. La restriegas, disfrutando de mi mueca de vicio, sin dejar que mi lengua la pruebe. Mi boca abierta te brinda la posibilidad de terminar con mi sufrimiento, y con el tuyo. Los dos deseamos que te pierdas en mi interior, y retrasas ese momento a sabiendas del deseo que te demuestro en el brillo de los ojos.
Y lo haces con gusto. Disfrutas al castigarme.
– No te he pedido que abras la boca…
Y es cierto. No me has dicho que vayas a follarme la boca, que desees correrte dentro. Pero… ¿cómo no desearme así? Desnuda, sobre tu cama, con las manos a la espalda porque así lo has pedido, sabiendo que sólo una palabra tuya podría hacer que volvieran a una posición más cómoda y relajada. El cabello suelto regando la espalda arqueada, que busca mostrarte la mejor imagen de un culo alzado Me sostienes la cabeza con una mano, bajo el mentón tembloroso. La postura, a cuatro patas, sin el apoyo de las manos, hace que me tambalee, y desee el apoyo de tu pelvis contra mí para sostenerme. Pero no te ofreces…
¡Qué fácil sería mantenerme contra tu virilidad! Anclada contra ti, sujeta por tu polla henchida de deseo.
– Perrita, ¿tienes hambre?
Asiento con la cabeza levemente, y tu mano acerca la polla a mi boca. Me haces olerla, me haces desearla con todas mis fuerzas. Disfrutas de ese instante, mientras tus dedos la recorren varias veces, con calma, mostrándome tu mano aferrada a ella…
Mis dos placeres tan cerca… y tan lejos.
– Abre la boca, perrita.
Y los labios se separan, y la sonrisa se curva al degustar el calor que se quiere enterrar hasta la garganta. Y allí te sumerges, casi un siglo después de haber sido liberado del pantalón. Y a la vez… tan de repente, cuando ya veía tu polla palpitando contra la piel suave del rostro, y creyendo que allí mismo te derramarías, contra el pómulo, mientras mis ojos no se apartan de los tuyos, y tus piernas comenzaban a temblar. Te entierras en una embestida suave y lenta, rodeado de calor, hasta que los labios llegan a tu base y el glande choca contra el fondo de la boca, donde el paladar es blando y acogedor.
Y gimes…
Gimes porque ya llevas tiempo queriendo correrte, y no te habías entregado. Quieres reprimirlo un instante y no sabes si conseguirás no derramar tan rápidamente el licor con el que deseo emborracharme todas las noches, y todas las mañanas. Lo sientes venir y aprietas los labios, y me miras.
Me gusta que gimas.
Me gusta que desees mi boca.
Me gusta que te corras en ella, y que te estremezcas durantes largos segundos, hasta que por fin me entregas el regalo que tanto ansío. Tu leche caliente choca contra la piel tersa que envuelve el capullo y se derrama contra ti, y fluye sobre el paladar. Lo cubre y tapiza lentamente, sin prisas, y la ves escapar de mis labios cuando levemente los separo para entregarte la imagen de las gotas resbalando, aunque sabes que deseo recogerlo con los dedos y jugar con ella, dártela de probar de mi piel.
Y te miro con los labios entreabiertos, aprisionando aun tu verga, rendida… Mientras, el semen va llegando a la barbilla, y sabes que en breve te volverás a correr en mi boca. Pero ahora decides deleitarte con la imagen de tu leche goteando hacia mis pechos, que pronto lamerás…
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Magela Gracia
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Todo un derrame de palabras ardientes… y preciosas
Besitos.
GRACIAS…. por volver…..
Un compendio, un verdadero Manual de Felación, una síntesis erótica, contada con lujo de detalles, con la pluma voraz de una escritora que despliega todo su bagaje.. como siempre BRILLANTE…..
Néstor