Finales… con perdices.

Y no… ella no pudo comer perdices.

Es complicado llevarte ese manjar a la boca cuando el animal se empeña en permanecer vivo y picotearte las manos al tratar de desplumarlo. Los finales felices a veces no existen, y sabía que si lograba retorcerle el pescuezo al orgulloso ave cocinaría la carne para que se la comiera el capullo con el que se había casado.

¿Te ha gustado este relato? Apúntate a mi lista de correo para que no te pierdas nunca ninguno.

Te mandaré un relato inédito de regalo.

* Campos requeridos:



 
The following two tabs change content below.

Magela

Latest posts by Magela (see all)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Pregunta de seguridad: Cuánto es 5 + 3