Cada paso que dio en sentido opuesto no sólo alejó su cuerpo. Sentí que lo perdía aunque no había un Adiós previo. Simplemente ese tranquilo “hasta luego” que me dejó amargura en la boca; solamente un beso y un “te quiero” que golpeó la boca del estómago.
Su espalda de pronto; su cabeza ladeada luego; una mano agitada en lontananza. Y de pronto no estaba.
Ya lo había vivido. Una separación como tantas otras en un aeropuerto… pero cada vez era menos mío, y cada vez se alejaba más en alma, y no sólo en cuerpo.
Cada vez se hacía más presente el puñetero aeropuerto…
Magela
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