Mis dedos estaban moviéndose frenéticamente sobre mis pliegues, entrando y saliendo del coño, arrancando jadeos y estremecimientos a mi cuerpo… No me quitabas ojo de encima, y lo disfrutabas como si fuera tu polla la que recorriera mi entrepierna. Babeabas con mis carnes expuestas, con la boca abierta y la polla tiesa sin encontrar consuelo. Y yo jadeaba… Para endurecerte, …