Y, de pronto, el sabor de la comida perdió toda importancia. Podía estar masticando piedras que no me habría dado cuenta. Tal vez se cayó la cuchara al suelo, o ni me planteé que fue un tenedor lo que quizás hizo ese sonido tan característico al rebotar contra el marmol bajo mis pies. Habías entrado en la estancia. Tal vez …