Relato premiado en el concurso de Cuento y Relato Corto del CELP 2015. Tercer premio. – ¡Ah, no! ¡Hija, no! Que ya me cuesta Dios y ayuda descolgar el móvil desde que no hay botones ni teclado. Eva sonrió a su compañera de turno, Ana, y le tomó el teléfono de las manos para echarle un vistazo. Eran las …