Tu entrada se abre a mí como la oscura cueva que eres… – Niñata, ya lo sabía… No tienes sino lengua en esa boquita presumida. Me tiemblan las piernas… La negrura es tan profunda que me da miedo. Tu voz sale de dentro, pero mis pies siguen anclados al suelo sosteniendo las copas de tus dos amigos. La mía está …