– No. Estoy segura de que quieres conocer mi mayor fantasía. Pero… Insistes, tumbado a mi lado en el sofá de tu casa, como si no hubiera nada más interesante en ese instante sobre lo que conversar. Un tema escabroso, sin duda, para amenizar la tarde de domingo con las tazas de café humeando en la mesilla. Y tremendamente excitante …