¿Celos?

magela Cartas de mi Puta, Cartas de mi Puta y Otros Cuentos Eróticos 4 Comments

Celos…
No, eso no es lo que siento. Voy a ser ahora sincera, que ya viene haciendo falta, contigo. No son celos, pero casi. Si fueran celos implicaría que tengo miedo. Simplemente, me molestas. No pierdas más tu tiempo pensando que me intimidas. No van por ahí los tiros… Para nada.
No te quiero a su lado. Ni hoy, ni mañana, ni nunca. Lo estás captando, preciosa. Voy a luchar por él, y soy muy puta para que puedas ganarme en esto. Juego sucio. Es la única advertencia que pienso hacerte. Y creo que es la más importante.
No he querido centrarme en ti hasta ahora, ya que no eras la culpable de mi mala leche. Pero he de reconocer que necesito un saco de boxeo… y, chica, eres perfecta para ello. A estas alturas no tengo mucho escrúpulo que mostrar, y la máscara me hacía algo de daño. Él ya ha visto mi verdadero rostro. Sabe que soy una campeona. Y me entiende. No va a asustarse si te hago salir corriendo.
Y corriendo vas a tener que ir, seguramente, si no me haces caso.
En serio. Ahórrate el mal trago. Podría ridiculizarte hasta el extremo; querría, incluso, que me dieras motivos para ello. Pareces una mujer coherente, y eso hace que esté refrenando mi necesidad en estos momentos. Pero refreno hoy… no mañana. Mañana, eres carne de cañón.
Mañana sólo serás la tonta que se acercó a mi pareja sin darse demasiada cuenta del error que cometía. Llámalo celos, si quieres. Pero es otra cosa…
Soy orgullosa y altiva, soy tu peor adversaria. No me llegas, muchachita… así que agacha la cabeza y aléjate. Aunque te duela, aunque te vayas insatisfecha. Te doy la última oportunidad para salvar la honra. Y no es poca cosa, teniendo en cuenta lo que podría llegar a hacerte.
Puedo olerte desde aquí. Estás mojada. Te excita la idea de quedarte y luchar. Y a mí me pone muchísimo que así sea.  Ganas te tengo, a ti o a cualquier otra. Importa poco si al terminar contigo te llamas Ana, Adela o Adriana. Va a acabar como tantas antes, llorando… aunque lleves las bragas mojadas.
¿Te acostaste alguna vez con él, cabrona? ¿O sólo lo imaginaste? ¿Te excitas con su recuerdo, o con lo que tu calenturienta mente dibuja para soportar su ausencia? ¿Tu coño lo sintió dentro, o simplemente anhelas su polla sin haberla disfrutado?
No, pequeña… No me llames vulgar. Puedo ser mucho más grosera que esto, créeme. A la larga te hago un favor si te muestro mi lado más… políticamente correcto, adaptado a poner en su sitio a una golfa como tú.
¡Venga! ¡Échale narices! Dime que lo deseas, confiesa que te mueres por abrirte de piernas para que calme con su virilidad la calentura que arde en tus ojos. Y te diré que nunca más volverás a retozar con él en una cama, contra una pared, o en el asiento trasero de su jodido coche.
¡Atrévete!
Sus besos son míos. Sus caricias son el vestido con el que me ha cubierto la piel desde que estamos juntos. Y el sexo que brinda no lo pienso compartir con nadie. Razona. Mírame y mírate. ¿Con quién crees que va a quedarse? ¿Contigo? No sueñes, muñequita. Sabes que vas a perder si te comparas…
¡Y… por mis muertos, que quiero que te compares! Necesito competir contigo, sentirme viva, luchar por él. Necesito que entienda que estoy dispuesta, que me importa, que me gusta. ¡Dios! ¡Cómo me gusta! Mirarte ahora en la distancia, sonreírte sabiendo que me temes, y que deseas la confrontación tanto como yo. Mojarnos ambas imaginando a la otra con él, y deseando ser la mejor en su cama, la que lo complazca más, la que le arranque su mejor corrida. Dudar ante el sentimiento de burla de él… si al final se enterró entre tus piernas alguna vez. Saber que tú no tienes dudas de mí, que sabes que todas las noches me lo llevo a la boca, que me desea, que lo encelo y lo disfruto.
Por entero…
Muero en su cama, renazco con los orgasmos que me regala.
¿Has tenido tú eso, zorra? Ahora que te conozco, que te miro a la cara… puedo decirte, sin duda alguna, que si no lo conseguiste antes… perdiste tu oportunidad. Lo que me arrebataste, tuyo es. Pero ningún orgasmo más saldrá exhalado de tu boca, incendiando tu entrepierna y recorriendo la espalda. Quédate con el recuerdo, que yo a él lo tengo por entero.
Su polla caliente, su boca perversa, sus manos contundentes. Es mío. Me folla a mí, entérate bien. Me embiste a mí, se corre en mi coño, gime contra mi boca, y se desploma contra mi cuerpo cuando yace rendido tras el orgasmo.
Suda conmigo, se moja en mis carnes, se consume en mi fuego.
No te compares, niña…
Mírame ahora a la cara. Fija tus ojos en los míos. ¿Lo deseas tanto como yo?
Pues ven a buscarme…

Demos el espectáculo.

Comments 4

  1. Anonymous

    Visceral, punzante.,con dejo de venganza….
    Un desafío ante la «competencia» declarada de «alguien» que trata de apoderarse de lo ajeno.-
    Como siempre fiel a su estilo, erótica, morbosa,alucinante,y, en este relato desgarradora….como una herida a flor de pie….

    Néstor

  2. Anonymous

    Patética. Si no te hubieses sentido atacada, entonces este relato no hubiera existido. Recuérdalo. Es un grito desesperado de alguien que tiene miedo.

    No eres especial, sólo un polvo. Recuérdalo. Y si lo olvidas, no te preocupes, no te agobies, el tiempo te lo hará recordar. Eventualmente se va a cansar de tus tonterías, como todos.

    Besos, guapa.

  3. Erotismo

    Magela la poderosa, Magela la desafiante… Magela la victoriosa… ya puede ella cargarse de empuje y de osadía porque será una batalla muy dura!

    besos

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *