Y con total descaro bajaste la mirada de mis ojos al escote, y de allí pensaste que había que continuar con la osadía. Te faltaban los tacones.
Tu bolígrafo en la mano un par de segundos antes de que en tu boca se dibujara la más perversa de las sonrisas.
Y tus dedos soltando a propósito el bolígrafo, para que cayera justo donde lo querías.
Voyeur descarado.
Bajaste a buscar el color de mis zapatos…