La ropa en un club liberal

magela El Primer club liberal, Sodoma Comenta

¿Has pensado ya qué ropa ponerte para ir a un club liberal?

¿No?

Pues estás tardando en hacerlo.

Un club swinger puede tener un día una fiesta temática, donde el único atuendo permitido sea un collar de flores y diadema a juego para las mujeres, y una faldita de paja para los hombres. Lo bueno es que los disfraces los suelen aportar ellos en el mismo momento en el que pagas la entrada, y que el local normalmente está bien aclimatado para que se pueda andar de esa guisa sin que se te ericen los pezones por el frío (que ya se erizan por sí solos por otros motivos).

Pero hay miles de posibilidades morbosas para tal efecto. Las fiestas temáticas, en el sexo, son muy socorridas.

El club puede invitarte al día de los pacientes y las enfermeras, donde los hombres llevarían una bata de esas abiertas por la parte trasera para entrar en quirófano, mostrando el culo, y las mujeres tuvieran demasiada poca tela en el disfraz como para preocuparse de cosas importantes como dónde guardar el termómetro, o el jarabe con codeína para la tos. Puede organizar el día de lucha entre el cielo y el infierno, donde cada uno elija si lleva cuernos y rabo con terminación en tridente, que deberá apartarse para lamer una nalga bien expuesta, o alitas en la espalda, dando paso a un trasero desnudo que castigar con el calor de las llamas del Averno.

Te puede llegar la típica invitación a la fiesta del tornillo y la tuerca, donde tienes que ir buscando que la rosca de métrica seis de tu pieza encaje a la perfección con la tuerca métrica de alguien. Ya, si eso, decides si te apetece que encaje algo más esa noche con el dueño del tornillo, mientras ves como tu pareja anda probando suerte primero con todas las rubias de tetas enormes… y ya luego prueba con tu tuerca. Mala suerte sería que las vuestras encajaran a la primera.

El juego del Am@ y el sumis@ también está de moda. Correa de perro alrededor del cuello, a pasear eligiendo con quién interactúas dentro. Complementos en cuero y látex, algún látigo, esposas y cuerdas varias… Todo vale para pasar una noche (o una tarde, que por norma general los clubs no suelen permanecer abiertos por las mañanas) en buena compañía. Otra variante es la de la sirvienta y el señor, donde ellos sólo portan una pajarita, y ellas, un mandil, cofia y plumero. Cuando se cambian las tornas, las chicas llevan collar de perlas largos hasta el pubis y ellos apenas si cubren sus atributos (y mucho menos si están en erección) bajo un pequeño delantal que al final queda suspendido a modo de tapete con encaje en los bordes. Resulta interesante pensar en sugerirles que te lleven el café usando el miembro como sustento de la bandeja…

Día del nudismo, el más simple de todos. Como mucho te pones gafas de sol y pamela para simular la playa, con las chanclas y la toalla para reservar alguna cama mientras te zambulles con tu pareja en la piscina, imaginando que en la orilla hay arena y cocoteros, y un paparazzi dispuesto a robar las fotos de tu luna de miel en la isla paradisíaca.

Hay, sin duda, para todos los gustos.

Policía y ladrón, con esposas y porra; ladrón implorando clemencia antes de ser esposado y castigado por sus fechorías. Noche de la careta, donde lo único que está prohibido son los besos en la boca porque implicaría quitársela; interesante que te folle un tío con la careta de Anonimous (o una máscara de látex, en plan American Horror Story) mientras tú llevas la de la cerdita Peggie.

¿Alguien da más?

Sí. También está la noche de la lencería erótica. Esa que se compra en el sexshop, y que pasa del sutil encaje al plástico imitación látex más incómodo. Sujetadores reducidos a la mínima expresión, donde el pecho queda totalmente descubierto. Braguitas que han perdido el nombre porque de tela sólo les queda las tiras, medias con abertura entre las piernas, para no estar con la incomodidad de quitárselas y perderlas en cualquier esquina… En verdad, la ropa que se usa en el mundo liberal trata de permanecer puesta siempre, porque luego nunca vas a recolectar todas las piezas con las que entraste. Por lo tanto, mientras más agujeros tengan, más socorrida será.

Y luego están mis favoritos: los corsé. Un mundo de posibilidades. Si nunca te has ceñido uno… estás tardando en comprártelo. Es de lo más erótico tener a tu pareja a tu espalda, haciendo las lazadas, para realzar tu cintura y tu busto. Es aún más erótico si lo haces mientras te miras al espejo, y ves como te observan sin vergüenza maldita dos hombres que andan sin saber si quitarse la ropa para mostrarte sus atributos o si esperan a que hayas terminado de arreglarte.

Siempre puedes pedirles ayuda… o se pueden ofrecer ellos.

Sí, el mundo de la lencería erótica es de lo más variopinto.

Valen todos los colores y formas, vale cualquier extravagancia.

Y vale ir sin nada, por supuesto.

El club, normalmente, se divide en dos zonas. Una tiene su zona pública y con ropa, donde la gente se puede conocer y tomar unas copas escuchando buena música y viendo algún espectáculo erótico en la pista de baile. Un bar más o menos morboso, pero con copas extremadamente caras. Ya te hablaré de esta parte del club algún día. Aquí todo el mundo luce ropa de calle, aunque muy provocativa y vistosa. En un club quieres ser elegido para compartir, como mínimo, una copa y unas caricias, y la competencia es brutal entre los tipazos de las chicas y los cuerpos de gimnasio de ellos. Sí, ya de los cuerpos hablé en un post anterior. Aquí luces tus mejores tacones, las medias más chulas, la minifalda que te queda de muerte y el escote de infarto. Ellos… bueno, tienen menos para jugar, pero es cierto que a mí me gusta verlos con camisa con tres botones desabrochados, pantalones que marquen sus traseros de forma muy apetecible, y que me enseñen sus manos.

Fetiche malo el mío…

Ya, cuando entras a la zona sin ropa, pasas directamente al vestuario para que no te miren mal por llevar más prendas de las permitidas por la política del local. Allí te desnudas y lo guardas todo como puedes y te permite el espacio (también te debo un post al respecto de los vestuarios, lo sé) y con la temática del momento te mimetizas luego en el ambiente de los que miran, de los que se exhiben, y de los que comparten.

Que de todo hay en esas camas enormes, en esa piscina, o en el cuarto oscuro.

Pero de la fauna de los que moran en los locales liberales ya hablaré otro día.

Quédate con la idea de que puedes llevar casi cualquier cosa para ponerte de ropa. Lo verdaderamente importante es que te encuentres sexy, y que te sientas cómoda. Aunque llevaras un vestido de monja seguro que a alguien a quien le resulta erótico y que se entretendría en levantarte las faldas. Si es lo que te da morbo mételo en el bolso y aprovecha uno de los días en los que no haya que ir uniformada.

Si lo divertido es disfrazarse. Te lo dice una canaria que vive loca con los Carnavales.

Eso, y no gastarte una pasta en lo que llevas, que si luego acabas borracha y lo pierdes… mala cosa para la economía. Igualmente, si te da por tener sexo salvaje, y a tu pareja (o al que te entró por los ojos esa noche) tiene el impulso de desgarrarlo por algún sitio que no sea una costura, acabará en la basura más cercana. Y es una pena que hayas gastado una pasta en algo que va a durar puesto, entero y sin roturas, una hora como mucho. Que por más buenas intenciones que tenga el chico que lo haya roto no lo veo sacando hilo y aguja para recomponer el modelo, ni tampoco siendo espléndido a la hora de pagarlo, que siempre tendrán la excusa de decir que no llevan nada de suelto encima (y será verdad, que los tíos suelen ir bastante desnudos, y los bolsillos en piel humana no se llevan esta temporada). Por si las moscas, y te aparece alguien que entre sus enormes pliegues puede albergar una billetada… no te pongas debajo. Que más de una pasa penalidades luego para respirar según en qué postura.

Además… ya sabemos que los hombres son facilotes. Con cualquier cosa vas a estar mona, y ellos se empalman demasiado rápido como para que merezca la pena que pierdas más de media hora en el vestuario con los arreglos. Lo divertido es que te lo quiten… y eso, normalmente, pasa fuera.

Y lo mismo vale para los hombres… aunque ya sabemos que ellos, en cuestión de ropa… son menos imaginativos y exigentes. Siempre me ha parecido de lo más erótico follar con la ropa puesta, sobre todo si hablamos de un hombre con buena planta, trajeado como si acabara de salir de su despacho tras haber ganado millonadas en la empresa que gestiona (en plan Grey, la erótica del poder) y lo único que te muestra de su piel es la polla saliendo de la bragueta, y las manos sujetando la cabeza mientras te dispones a metértela en la boca.

Pero como eso pocas veces te lo vas a encontrar, porque lo primero que hace un hombre al follar es quitarse ropa y dejarse los calcetines, te doy otra sugerencia. Me vale conque se ponga un boxer transparente, y que tenga mucho morbo a la hora de quitárselo.

Que ver una erección que has provocado tú a través de la tela es muy erótico, aunque estemos hablando de encaje…

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