¡Y pensar que siempre me había reído de la protagonista de una película mala, que siempre caía al suelo cuando el asesino la perseguía en el bosque con el cuchillo en la mano!
A mí se me cayó el móvil mil veces cuando encontré a mi marido colgado, con esa horrible soga al cuello. Tardé lo que me pareció un siglo en poder hacer la llamada a los servicios sanitarios, aunque sabía que no iba a servir para nada.
Mientras, su cuerpo inerte se balanceaba…