Las taquillas de los vestuarios

Magela Gracia El Primer club liberal, Sodoma Comenta

Si conseguiste vencer la vergüenza y traspasar el recibidor ya tienes el siguiente objetivo marcado. ¡Sobrevivir al vestuario! Para infundirte ánimo te contaré que suelen ser unisex, que no ofrecen casi nunca maldita intimidad para que te desnudes y te arregles como te venga en gana, y que muchas veces están más concurridos que el cuarto oscuro.

Un enorme espejo, un acceso a las duchas, unas cabinas pequeñas donde suelen estar los inodoros… El cuadro se completa con mis amigas las taquillas, esas grandes incomprendidas. Filas de ellas abarrotando las paredes.

Yo las llamo, cariñosamente, las tragaperras.

Son pequeñas para el volumen de lo que tienes que guardar en su interior, ya que te darán una por pareja, y dependiendo de la época del año, y de si tenían o no guardarropa fuera para poder dejar los abrigos, puede que meter las cosas en su interior os lleve más tiempo que conocer a gente con la que querer compartir algo de conversación, o simplemente fluidos.

¡Viva el tetris!

Sus pantalones, camisa y jersey. Tu falda, blusa y chaqueta, además del bolso en el que has guardado toallitas higiénicas, desinfectante de manos, preservativos, gel de ducha con ph neutro y tus propias chanclas para la zona de spa –liberal, por supuesto, pero muy escrupulosa también-. Comprendes enseguida que los zapatos de él y tus botas van a tener que quedarse fuera, pero te tranquiliza saber que es lo que le pasa a la mayor parte de los visitantes del local. Si hay una forma de saber si el aforo está bastante completo o no es contar el número de zapatos que adornan las partes altas de las taquillas. Si cuentas treinta pares la diversión ya está asegurada.

Las taquillas suelen funcionar como los carritos de los supermercados, con monedas de un euro. ¡Por todo lo alto! Nada de calderilla, a un local liberal se va a lo grande. La diferencia con los carritos está más bien en que, tras meterle el euro, nunca más vuelves a verlo. Así que trata de llevar contigo siempre todo lo que te vaya a hacer falta en el interior del local, porque como tengas que pasarte la noche yendo a buscar preservativos, cambio de lencería porque has notado que esa noche hay muchas chicas con tu mismo modelito de ropa interior y a ti es a la que peor le sienta ese color, o simplemente el teléfono móvil para comprobar que no tienes ningún mensaje de alguna amiga con una fotografía que te haya sacado alguien entrando de incógnito en el club y que ya se ha convertido en viral entre tus amistades puedes acabar arruinada.

Y ya se sabe: luego hay que pagar el taxi.

La primera vez pecas de ingenua y lo dejas todo, y cuando te quieres dar cuenta ya no te quedan monedas y has de seguir cambiando billetes. Si eres presumida, cada cierto tiempo irás a retocarte el maquillaje o a peinarte un poco, asearte, o simplemente a buscar los preservativos con el olor y color que te gustan, porque ya se sabe que los que dan en los clubs saben raro. Así que tal vez puedas llegar a un acuerdo con el dueño del local y hacerte con una tarifa plana para la taquilla, o directamente instalas la tuya propia con candado de seguridad, que cosas más raras se han visto entrar por la puerta de uno de esos locales. Una vez vi entrar un caballo hinchable –sí, igual que una muñeca hinchable pero en caballo, y venía inflado y todo de casa. Así que menos raro va a ser que te lleves tu propia taquilla, que los bolsos de las mujeres son un mundo y tienen su propio ecosistema interior, y hay algunos tan grandes que cabrían incluso dos. Te ahorrarás unos euros, tenlo por seguro.

Yo la primera vez que entré en la parte nudista de un club vi a mucha gente con sus cajas de preservativos en la mano. De primeras pensé: “¡qué fantasmada!”. Pero pronto entendí que simplemente eran precavidos. No era que fueran exhibiendo que pensaban gastar una caja de doce, sino que no querían gastarse un euro cada vez que tuvieran que ir a usar alguno…

¡Que un euro da para mucho! Peli de Cincuenta Sombras de Grey, palomitas – de las pequeñas- y refresco –aún más pequeño. Creo que eso era en la época de nuestros padres, ¿no? Ahora el cine está algo más caro.

Así que sigue mi consejo. Busca locales donde las taquillas vayan con llave, y te la cuelgas de algún sitio –no pienso dar ideas-, que haberlos, los hay, como las brujas… Y si por desgracia en tu zona no hay ninguno, compra una de esas muñequeras para meter los preservativos, -ya te hablaré de ellas en otro post-, o un bolso chulo a juego con la ropa interior o el disfraz que vayas a llevar puesto. Porque… seamos serios: los hombres con riñonera no nos gustan, y no le vamos a poner una para que vaya luciendo modelito guiri playero en el club, que ya puestos le ponemos calcetines, chanclas y le marcamos de rojo la piel de la espalda a modo de moreno de camiseta y ya los tenemos disfrazados.

En fin… que si te ahorras unos euros con estos consejos cuando me veas en un bar me tienes que invitar a una copa. Me lo debes… ¡y lo sabes!

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