Seca la saliva que he dejado en el descenso desde tu nuca a la curva donde termina tu espalda.
Cubre la piel que se erizó con el calor de mi lengua y el aire cálido que se escapaba de mi boca en el camino de bajada.
Recompón tu imagen, que parezca que no sientes nada…
Pero no me mientas.
No vas a poder quitarte ese dulce escalofrío de la cabeza…