¡Hola!
Me llamo Bea, aunque eso imagino que ya lo habrás descubierto después de leer el título del post. Voy a cumplir diecinueve años en breve y no hago las mismas cosas que una chica normal por dos motivos fundamentales.
Primero: tengo niñera.
Segundo: estoy encaprichada de mi niñera.
El verdad, con lo que estoy obsesionada es con la polla del hombre que me cuida, que es casi un hermano para mí. Se llama Víctor, es el hermano de mi mejor amiga -que se llama Laura- y vive con nosotros en casa desde hace casi diez años. Sus padres y los míos son amigos desde hace muchos años -motivo por el que me hice amiga de Laura- y cuando Víctor necesitó de un sitio para dormir para poder estudiar la carrera de arquitectura mis padres le abrieron las puertas de nuestra casa, transformaron el cuarto de la plancha en su dormitorio, y también lo convirtieron en el hombre que vela para que yo siempre esté acompañada.
Y tú te preguntarás: ¿era necesario?
Pues imagino que desde el punto de vista de mis padres… la respuesta es sí. Ellos pasan muchas horas fuera de casa por asuntos de trabajo, por lo que pensaron que me vendría bien estar acompañada. En verdad, al principio es cierto que me vino bien, pero ahora es un suplicio más que una ayuda. Y es que vivir obsesionada con el sexo que no tengo con Víctor es horrible.
¿Quieres saber más sobre mí?
Te espero en la bilogía Su Hermano.