Ven a desearme buenas noches, pero no con palabras. Hoy, esta noche, ahora… quiero que me engañes con la mirada.
Ven a desearme buenas noches, pero no me falles usando palabras vanas. Ven a mirarme directamente a los ojos, a perderte en el espacio que queda entre una caída de pestañas y la siguiente. Ven a prometerme que todo irá bien, que dormiré tranquila, que nada asaltará mi sueño.
O, si no puedes prometerme eso… dime que al menos lo deseas. Miénteme una noche más… y quédate a mi lado al hacerlo. Que mi alma acoge mejor tus mentiras cuando tu cuerpo se acopla al mío en el mismo lecho.