Soy el papel que recibió sus letras para hacértelas llegar antes de desaparecer. Soy la nota que escribió con mimo, tratando de no demostrar con caligrafía temblorosa lo nervioso que estaba por atreverse al fin. Soy la esperanza depositada en una cuartilla blanca, que con tinta emborronó intentando expresarse bien.
Soy las ganas de convertirse en tu amante de un hombre que te mira con ojos embelesados todos los días. Soy el mensaje que sus labios no se atreven a pronunciar porque tiembla su lengua cada vez que trata de susurrar tu nombre. Soy las ansias de sus dedos por tocar tu piel mientras por fin su lengua se deleita con el sabor de sus lágrimas de alegría. Soy el sueño plasmado en papel, con el que se mantiene vivo cada día.
Soy las palabras que dejó clavadas en tu puerta con una chincheta, porque ni valor tuvo de dártelas en mano. Soy el papel que ahora se menea por la brisa que debiera estar acariciando tu piel mientras me lees. Soy ese folio que empieza a rasgarse antes de que llegues a casa, y que no sabe si aguantará anclado a la madera, para hacerte llegar su mensaje. Soy ahora temblor como su boca al imaginarse teniendo templanza para pronunciar tu nombre y que lo mires mientras confiesa que te ama.
Soy una cuartilla blanca a punto de dejarse llevar por el viento, con la pena de haberse perdido el instante de ser sostenida por tus dedos. Soy ese trocito de su alma que quería confesarse, y que debió dejar en tus manos en vez de a la intemperie, sin saber si alguna vez llegarías a leerme. Soy la esperanza prendida de una fina chincheta, y ya nada va a hacer que acabe mojada por tus lágrimas al leer sus letras.
Ahora soy avión de papel, desorganizado, volando por la calle, llevado lejos, llorando la ocasión perdida de unir a dos almas que probablemente se necesitan.
Soy parte del aire ahora, y me perdí tu tacto suave con el que él sueña cada día…
Soy ese trozo de papel que decía «te amo», y que debió quedar clavado a tus dedos… En vez de a tu puerta.