Hasta que llegue el alba…

Dormita a mi lado, tras la batalla, amante mío. Mereces el descanso del luchador agotado, y mi cuerpo caliente desea dártelo. Duerme tranquilo, que yo velaré tu sueño, y observaré las facciones de tu rostro hasta que el alba decida despertarte. En  darte la vida nuevamente, con las fuerzas recuperadas, se afanará mi boca con los primeros rayos.

Estira tu cuerpo y acóplalo al mío, como hace unos instantes. Arrópame con tu piel caliente, que yo me dejo. Que el olor a sexo no se pierda entre las sábanas de tu cama. Que el ardor de las mentes traducido en hechos no se olvide tras el éxtasis obtenido. Mañana ya veremos cómo recuperamos el tiempo invertido… en amarnos como salvajes.

Cubre tus ojos con mis cabellos, que te sirvan de velo hasta que llegue el día. Recuerda el sabor de mi piel en el cielo de la boca, para que tus sentidos te guíen hasta mi cama cuando mi cuerpo haya abandonado tu lecho. Busca mi huella en el suelo y mi sonido al alejarme, con taconeo rítmico y rozar de medias.

Enlaza tus miembros a los míos para que tu ser con mi alma se funda. Acompasa tu respiración a mis latidos, que por ti mi corazón se siente desbocado, tras perder la lucha. Y suelta las ataduras que forjaste al derramarte en mi vientre sin ningún reparo. Ese semen con el que marcaste la piel conquistada se volvió espesa tinta con la que firmar tu obra maestra, mi orgasmo arrancado a la fuerza.

Descansa, que en unas horas deberé retirarme… y muero por la idea. Despierta… que necesito que me ames una vez más antes de que se abra la puerta. Déjate atormentar tú, si es que quieres, pues mi cuerpo está dispuesto y ante todo mi entrepierna te anhela. Pasarán lunas hasta que mi garganta se pueda permitir el derroche de volver a pronunciar tu nombre sin pagar la pena impuesta.

Haz de mí la mujer que en sueños ahora imaginas, y que quiere dormir a tu lado. Que no nos importe la llegada del nuevo día, que nos haga separarnos. La cama debe servir para algo más que para prodigar placeres a los cuerpos. Mi ser rabia por dentro al tener que levantarse y abandonar a la carrera el calor del confidente que me vio rendirme y entregar lo que por mucho que creía de otro ya ni siquiera nos pertenece.

Acepta mi pecho de almohada, acomoda tu cabeza y sueña.

Yo tengo miedo a quedarme dormida ahora, y perderme los latidos cada vez más suaves de ese corazón, que hace unos instantes cabalgaba furioso cuando el cuerpo enloquecido culminaba en gozo el entrechocar de cuerpos. Su sonido es un regalo tan intenso como el canto de los gemidos que se escapaban de tu garganta partida cuando tu sexo y el mío ocupaban el mismo espacio.

Acepta mi cuerpo como ropa de cama, que más calor nadie puede prodigarte…

Y despierta temprano, mi amado, para disfrutarte por entero, antes de que las ropas me impidan el deleite de tu cuerpo.

Abrázame…

Duerme tranquilo, malvado. Ya me encargaré de que pagues la deuda, que estoy deseando contraer la mía.

Sueña conmigo… que yo te espero.
 
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Magela Gracia

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3 Comments:

  1. Me gusta mucho el post. Es irresistible esa promesa de entrega.
    Un beso!

     
  2. El descanso como preámbulo de otra batalla…
    El sueño como antesala de una realidad deseada…
    El deseo como una realidad incontestable…

    No sé por qué éste, es menos comentado, si es igualmente descriptivo…

    Un Canalla

     
  3. Oración al Deseo….
    Panorama de invocación al placer

    Virus

     

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