Escaparse a la Playa

Mis relatos de historia de infidelidades son los que más comentarios y seguidores me han deparado en los últimos años. Ejemplos de esos relatos son Infiel, incluido en este libro, Confesar un fetiche: Infidelidad -¿aún no lo has leído?-, Restregarme en tu cama, uno de los dos relatos que escribí cuando La Otra era mi novela a trozos subida al blog de Cartas de mi puta, y que también tienes en mi web, Adúltera, o Dímelo.

Es una temática fetiche para mí.

Cuando escribía en Todo Relatos no faltaban los comentarios que afirmaban que para escribir así yo tenía que haber sido infiel. Lo que no iba a estar explicando a todo el mundo es que a mí me habían sido infiel muchas veces, y de ahí que fuera capaz de entender las pasiones que se desatan en ese tipo de relaciones.

No me malinterpretes. No me gusta que me sean infiel. Todo lo contrario; resulta que soy una celosa patológica, y podría morirme si descubro una infidelidad. A mí me encontrarás mucho más reflejada en mis relatos de celos incluidos en Cartas de mi Puta, pero ya se sabe que, al final, soy un poco –bastante- perversa, y puedo ponerme en la piel de la gente que sí es infiel, y que disfruta siéndolo.

¿Por qué este relato?

Porque después de una ruptura siempre es bueno huir. Escaparse a la playa era más una historia de empezar de nuevo que de infidelidad. Dejar todo atrás, aunque sea en unas vacaciones, para poder mirar tu vida con perspectiva.

Una boda es algo que a la mayoría de las personas llena de incertidumbre. Miedo al compromiso, miedo a que salga mal, miedo a todo. Algunas veces hay que optar por ser sinceros con nosotros y ser capaces de decir a tiempo NO. La protagonista de este relato lo hizo de una forma un tanto peculiar, desde luego. ¡Pero es que si lo hiciera de forma sencilla no sería una historia con el sello Magela Gracia! La mujer se dio cuenta de que no quería seguir compartiendo su vida con su prometido deseando de la forma más básica y pasional a un completo desconocido. A veces, las cosas simples son las que más nos abren los ojos. Que fuera tan fácil descubrir el sexo más morboso con el obrero que estaba haciendo los arreglos en la casa que compartiría con su prometido tras la boda fue esclarecedor. No quería a su novio, y mejor darse cuenta a tiempo.

Claro está, siempre se puede romper antes de ponerse a ser infiel, pero si lo hicieran de la forma fácil no sería un relato divertido. Y si la protagonista no hubiera ido a escaparse a la playa, a desear los cuerpos bronceados que se le ponían delante, y a reencontrarse con su pasado de la forma más extravagante, perdería encanto.

Porque cuando te pones ropa ligera, hueles a salitre y entierras los pies en la arena se desatan las pasiones.

Te lo dice una canaria…

 
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Magela

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