¡A la mierda la mierda! ¡A la mierda el polvo! Así de decidida, tras veinte años sin querer que entrara nadie en casa, se muestra aquella mañana. A la mierda la falta de tiempo y a la mierda la vergüenza. Alguien tenía que encargarse de limpiar lo que a ella hacía mucho se le escapaba. No le había hecho nunca …