La Olvidada

magela Cartas de mi Puta Comenta

Me siento olvidada.
¿Me recuerdas?
¿Recuerdas el sabor de mis labios, la calidez de mi piel, o el olor de mi pelo? ¿Recuerdas el sonido de mi voz, susurrándote palabras obscenas al oído, o el tacto de mi mano aferrada a tu verga tiesa?
¿Me recuerdas?
Hace tantas lunas que no visitas mi cama que empiezo a ponerlo en duda. Antes, no pasaban sino unas horas entre una llamada y otra. Hace unos meses no me imaginaba teniendo frío por las noches, arropada sola, con el pelaje de mi gato por único contacto con un ser vivo en la intimidad de mi dormitorio. Hace unos meses… estabas loco por mí.
¿Qué te pasa ahora?
No, ya sabes que no es una pregunta… para ti. Preferiría, ciertamente, no saber qué te pasa…
¿Ya no te excita la redondez de mis nalgas restregándose contra tu pelvis, justo antes de bajarte la bragueta? ¿Ya no te la ponen dura mis pezones erectos, tras pellizcarlos con mis dedos recién ensalivados… con tu propia saliva? ¿Ya no tiemblas al imaginar mi lengua recorriendo tu polla?
No sé dónde estás…
No, ya sabes que no es cierto… Sé donde estás. ¡Ojalá no lo supiera!
Tu almohada ha perdido tu aroma, y no lo encuentro ya por ningún rincón de mi casa. Tu imagen se desdibuja, allí donde antes estabas tan presente. Follándome sobre cualquier mesa, aferrando mis caderas contra cualquier pared, tironeando de mis cabellos para que te obedeciera y me ofreciera en el tramo de escalera que resultara de tu antojo. Tu imagen no se recorta, desnuda y magnífica, empalmado hasta casi doler, por mis humedades…
Ya no me deseas… y no puedo entenderlo.
No, no es cierto… Sí puedo entenderlo. Lo que pasa, sin duda, es que me niego a asumirlo.
¡Por Dios! ¡Vuelve!
Deja que me arrodille ante ti, y con los párpados caídos en total sumisión, y que con la boca abierta esperando recompensa, te brinde el placer que antaño te otorgaba. Concédeme el honor de probarte nuevamente, de separar mis piernas para ti, de sentirte derramar contra mi cuerpo.
Si hice algo mal… perdóname…
Te necesito dentro.
Me muero sin tus atenciones, sin tu lengua lasciva recorriendo mis pliegues, sin tu cuerpo fuerte chocando con el mío. Simplemente… muero sabiendo que prefieres las atenciones de esa… de la otra.
¿Celosa? Sí, lo reconozco. Mucho. Siempre…
¿Qué tiene de malo? Al final, tanto decirme que eran obsesiones sin fundamento, y acabas traicionando esa confianza que poco a poco levantaste. ¿Para qué fomentar mi estima, si pensabas destrozarla a las primeras de cambio? Quisiera odiarte por ello, y no encuentro, sin embargo, las fuerzas para hacerlo.
La otra… Supongo que la primera. La única para ti. Esa mujer que se fue rompiendo tu corazón en pedazos, esos que reconstruí con paciencia, haciendo que tu mirada se perdiera en la mía, tu boca se bañara en mi saliva y tu mano se metiera en mi entrepierna. Me deseaste, follaste conmigo como quisiste, utilizaste mi cuerpo entregado a tus sucias voluntades…
Y ahora me dejas.
Ella ha vuelto para recuperar lo que fue suyo y dejó abandonado, y tú, estúpido, has caído tontamente en sus redes. Y mi cama te extraña, y también mi cuerpo. No voy a negarlo: me perdí en lo que nunca había sido mío, pero que me apropié en un engaño. Tu boca, tu cuerpo, tus manos… Tu polla entregada a los placeres que arrancabas a mi coño húmedo y cálido… Me perdí en nuestro sexo salvaje. Ahora, no encuentro la forma de recuperar el aliento, volver a sudar como lo hice entre tus brazos, secar mi garganta con los gemidos que disfrutabas haciendo brotar de ella mientras embestías mis entrañas.
Ahora te la follas a ella, tras decirme que yo siempre sería la única, que nadie más te satisfacía, que ya nada tenía sentido, si no encontrabas mi cuerpo hambriento tras la dura jornada. Y ahora separo las piernas… y espero en vano. Ahora paso la mano por mi coño rasurado y no encuentro consuelo. Te fuiste… ella ganó esta batalla. Y no creo tener fuerzas para emprender una nueva. Elegiste bando y salí derrotada. Mi carne se seca sin tus atenciones y por el derramar de lágrimas que a nadie conmueve.
Ser tu juguete por tan poco tiempo.
Palabras falsas de hombre pérfido, que me quiso moldear a su antojo, imitando a una original a la que no tenía. Palabras falsas jurando que me deseaba. Palabras falsas que me juraban que era simplemente suya.
Fóllame otra vez, no importa si luego vuelves con ella. Saca de su letargo a las carnes que un día saboreaste, que se perdieron fundidas en tus deseos, y que marcaste con tu simiente ardiente. Hazme gemir, hazme correr, hazme sentir nuevamente tuya. Cerraré los ojos y no lloraré cuando abandones mi cama tras derramarte en el lugar que elijas.
Fóllame, te lo ruego. Recuérdame lo que sentía cuando era tuya, cuando pensaba que siempre volverías, cuando disfrutaba siendo tu puta.
Vuelve a enterrarte en mi coño. Bombea con furia, con rabia. Clávame la polla hasta que duela. Confunde mis entrañas con las suyas, como hiciste que yo confundiera mi alma con la que imaginabas. Fóllame duro, entra y sal de mí sin descanso durante eternas horas. Ven a disfrutar de lo que te pertenece, te entregué sin reservas y aceptaste porque era tuyo. Presiona mi vientre con tu verga endurecida, que luego tras tu corrida le daré cobijo en mis entrañas.
Allí, donde te recuerdo… Allí, donde te siento…
Y prometo no llorar cuando salgas huyendo.

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