Y aquí ando, con el sueño pegado a los ojos, los cabellos revueltos y la boca áspera por tu recuerdo. Prefiero desayunar de tus labios a pronunciar las palabras de despedida que tan mal me sientan al paladar. Prefiero que me despierten tus ojos clavados en los míos a una buena taza de café. El color negro del brebaje se …