Se le quemaron las patatas. Era la primera vez que le pasaba. Tenía casi ochenta años, y sus hijos se habían empeñado en regalarle una freidora para su cumpleaños. Le habían dicho que era mucho más segura, que así no tendría que estar pendiente del fuego, y que le vendría bien no tener las manos cerca del aceite hirviendo. Entendía …