Recuerdo mi infancia rodeada de una canción, o dos, de Serrat. En verdad fueron todas sus canciones, porque mi madre simplemente lo adoraba. Se declaraba una enamorada de ese hombre, al que yo le veía demasiadas arrugas y bastante poco pelo. Pero allí estaba ella, tarareando sus letras, diciendo que de pequeña tuvo mucha mejor voz de la que tenía …
Monstruo en casa
Otra vez su madre había tenido que trabajar en el turno de noche. Otra vez su hermano se había quedado a dormir en casa de un amigo. Otra vez estaba metida en la cama, temblorosa, mirando la puerta por donde se colaba una rendija de luz que ojalá hubiera logrado tranquilizarla. Pero la luz del pasillo no le gustaba. Nada. …
El color favorito… y el número de la suerte.
Se empeñaba en comprar tulipanes aún sabiendo que no era su flor favorita. Alguien le había dicho de pequeña que tenía que elegir una, al igual que u número de la suerte, o el color que más le gustaba. Tal vez se lo dijeron cuando todavía era demasiado pequeña, y ella se lo había tomado al pie de la letra. …
Patatas quemadas
Se le quemaron las patatas. Era la primera vez que le pasaba. Tenía casi ochenta años, y sus hijos se habían empeñado en regalarle una freidora para su cumpleaños. Le habían dicho que era mucho más segura, que así no tendría que estar pendiente del fuego, y que le vendría bien no tener las manos cerca del aceite hirviendo. Entendía …
Palabras
No dice ni una palabra. Anda perdida, y no sólo porque no sepa dónde está. Su mente hace mucho tiempo que dejó de acompañarla en el camino por el que avanzan sus pasos, pero aún no es una certeza porque nunca he podido comprobarlo. En sus anteriores visitas se las ha arreglado para burlar los tests, aunque creo que hoy …
Y ya tengo hasta canas…
De pie, tras la alumna, intento concentrarme en lo que está haciendo. Es la primera vez que ponen una estudiante a mi cargo, y lo cierto es que me ha impuesto algo de respeto. “Un poco no, no seas mentirosa. Te has asustado”. Y me he sentido vieja… Si el ánimo fuera otro probablemente me habría sentido henchida de orgullo …
Una buena puta
– ¡Eres una cerda!- te dice tu madre, después de que te sorprendiera con la cabeza de tu novio enterrada entre las piernas.- No te tienes ni un poco de respeto. Y tanto que sí te lo tienes. Si no, no estarías dejándote comer el coño por la mejor lengua del instituto. El culo más prieto… y la polla más cachonda. …