Se te van los dedos, y los labios. Te contienes y no sabes de qué forma.
Se te va la mente siempre a la misma idea. Desdibujar el rojo que cubre mis labios, ya sea con las yemas, dejando marca hacia la barbilla, o con la boca, robándomelo con tu saliva.
Se te va el deseo a mancharme el rostro…
Y estás deseando hacerlo con la polla.