Siendo pequeña, una tarde le faltó la cera amarilla para colorear el sol. Tenía ante sí una cuartilla doblada en dos, con una casita de tejado a dos aguas y una enorme chimenea coronando la cima de una colina. Hierba verde salpicada de florecillas, algo que parecía un perro cerca del camino que llevaba a la casa, y un charco …
La noche más larga
No quiero cerrar los ojos. Son las tres de la mañana y me estoy agotada. Siento que me abandonan las fuerzas tras las duras horas de parto, pero lo único que me resta es la espera. Si me quedo dormida su vida habrá acabado en un suspiro. En un pestañeo de mis párpados, en un tiempo que no podré recordar …